lunes, 1 de octubre de 2018

Reality Republik

No es una sociedad catalana madura aquella que está convencida de que sin sacrificios personales se conseguirá la República Catalana. Dada la magnitud de la empresa, no son sacrificios personales suficientes ir a manifestaciones, colgar banderas, o incluso arriesgarse a recibir golpes físicos. El sacrificio personal que requiere la República Catalana es aceptar seriamente el riesgo de perder todo: trabajo, patrimonio, amigos, familia, e incluso la vida; es la vía unilateral. Ese es el único camino que -asumido de forma global por millones de ciudadanos catalanes- podría conducir a la República Catalana. Que nadie piense que con bailes, flores, cánticos, castellers i otros folklores, vendrá el Estado Español y se automutilará con una sonrisa, causando una nueva crisis de resultados imprevisibles en España y en Europa. Si no es por el camino difícil, Catalunya nunca pasará de la Reality-Republik, una República imaginaria y eterna, en la mente independentista, la única posible, y alimentada con una épica exacerbada y exagerada, como toda buena épica requiere.

La actual República Catalana se reivindica masivamente los festivos y fiestas de guardar. Los días laborables no son buenos para ser revolucionario, al menos en horario de trabajo, donde ni siquiera las huelgas autoconvocadas tienen la resonancia que una virgen República necesitaría. Ciertamente, nada une más al ser humano que constituirse en grupos homogéneos que compartan ideas o intereses, reales o no; y si además, éstos se dibujan como causas nobles con un enemigo común, el grupo se cubre espontáneamente de luces de colores en una "germanor" sin precedentes, nada que envidiar a los tan atractivos juegos de rol, o al mismo fútbol.

No es una revolución del pueblo. Sí, es una revolución -o una plantada- de burgueses. Y la prueba de esto último es que la rueda independentista sólo girará hacia adelante si la burguesía catalana lo hace. En el momento en que los burgueses se echen atrás, se acabó la revolución. Y mientras la verdadera República Catalana exige mártires, el pueblo recita sonetos a su Reality Republik, but only on weekends.

Luis Díaz